martes, 28 de abril de 2015

Comidas de Rumania

Ciorbă



Comenzamos con un primer plato que nunca puede faltar en una mesa rumana, la Ciorbă, pronuciadochorba, es una sopa más consistente que puede llevar pollo, ternera, pescado, verduras. Las sopas suelen acompañarse de una guindilla verde en crudo o encurtida y de smântâna, pronuciada “esmantena” (unanata gruesa y un poco agria con la textura del yogurt). Las más curiosas para los que visitan el país por primera vez son:

Ciorbă de burtă


Contiene trozos de tripas de ternera. Es muy sabrosa y se dice que mano de santo tras una buena noche de fiesta.

Ciorbă de Fasole cu Ciolan



Judias con jamón ahumado o tocino parecido al potaje de judias pero más caldoso que en algunos lugares se sirve dentro de un pan de hogaza hueco a modo de plato.

Sarmale, el pariente lejano




Un plato que comparten incluso con una denominación parecida otros muchos países de la zona como Turquía, Macedonia, Grecia, Serbia, Croacia, Bulgaria, Rusia y Ucrania entre otros.

El sarmale es el protagonista de las celebraciones rumanas. En Navidad, en Semana Santa, en bodas y bautizos. Es un preparado que suele cocinarse en grandes cantidades y para varios comensales. Es laborioso de preparar pero resulta un plato exquisito. Se trata de una hoja de repollo o vid en salmuera en la que se enrolla, como si de un puro se tratara, una mezcla de arroz, cebolla y carne. Posteriormente los rollos se ponen a hervir en una olla grande tradicionalmente de barro o en el horno dependiendo de la costumbre de cada cual. Se sirven acompañados de mămăligă y smântână.


Mămăligă, la hermana cárpatica de la polenta



La mămăligă puede considerarse el pan rumano o al menos así lo fue durante muchos siglos. Es un plato muy popular, de origen campesino, que suele acompañar carnes y pescados. Parecido a la polenta italiana se trata de una especie de gachas hechas a base de harina de maiz sin refinar que le otorga su inconfundible color amarillo. Suele aderezarse con queso de oveja y/o consmântână. Si se toma sin ningún tipo de aderezo o de acompañamiento es un preparado insípido.

Las formas de cocinarla varían, hay quienes la prefieren más blanda con la consistencia de una papilla o quienes la prefieren más sólida en cuyo caso se suele cortar con la mano como si de un pan se tratara o según la forma tradicional con una cuerda o hilo grueso.


Mici, los peques de la casa

Resultado de imagen de Mici

Los mititei o mici, literalmente “los chiquitines” y la cerveza no faltan en ninguna celebración campestre rumana. Su inconfudible olor y chisporroteo en las barbacoas marcan la llegada del buen tiempo. Son unos rollitos de carne de oveja, cerdo y ternera condimentadas con ajo y una mezcla de especias (tomillo, pimienta negra y jamaicana, anís, comino y coriandro) que se hacen a la brasa como los pinchos morunos. Es otro de los preparados que se encuentra en varios países de la zona con ligeras variaciones. La guarnición clásica rumana para los mici son patatas fritas, encurtidos (pepinillos y/o pimientos) y mostaza picante o dulce.

Papanaşi, un postre real



Para endulzarnos un poco te presentamos uno de los postres típicos rumanos que merece la pena probrar. Eso sí, necesitarás espacio para que te quepan ya que llenan bastante.

Los papanaşi, pronuciado “papanás”, son unas rosquillas rellenas de queso de vaca dulce que se sirven con smântână, melaza o mermelada de frutas rojas (cerezas, frutas del bosque, fresas) y azúcar glas. El modo de presentación difiere pero en los restaurantes es típico que te los sirvan con una pequeña bolita de la misma masa de la que están hechos coronando el preparado lo que, junto a la smântână, le confiere un aspecto de muñeco de nieve derritiéndose. Aunque quién se derrite es uno mismo de placer al saborearlos.

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